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Contaminación y Emisiones de Fuentes no Renovables al Medio Ambiente

Si bien el planeta Tierra ha albergado a la humanidad desde hace poco más de 2 millones de años, su deterioro a causa del hombre se acentuó con el inicio de la Revolución Industrial, con la quema de combustibles fósiles y con el subsecuente aumento de las emisiones de gases de tipo invernadero, lo que ha ocasionado el calentamiento global.

Aunado el aumento en el consumo de energéticos se presenta la problemática relativa al agua. La disponibilidad de agua potable es, claramente, una condición clave tanto para la subsistencia como para el desarrollo económico de la humanidad. Aunque las fuentes de agua potable en la Tierra podrían ser suficientes para garantizar un desarrollo racional de nuestra sociedad en todo el planeta, hay que tener presente que el problema de la escasez de agua es un hecho en varias zonas de la Tierra donde hay agua dulce en abundancia, ya que no está distribuida equitativamente.

Existe una clara sobreexplotación del agua. El aprovechamiento de las fuentes de agua por encima de límites racionales y sostenibles está ocasionando una desertificación y un empobrecimiento económico de distintas regiones del planeta. Asimismo, el desarrollo económico insostenible e incontrolado propicia la utilización de los ríos y lagos para descargar aguas que contienen residuos químicos peligrosos y resistentes.

La Tierra contiene alrededor de 1397 millones de km3 de agua, los cuales cubren aproximadamente el 70 % de la superficie del planeta. De esta cantidad, cerca de 97.5 % es agua salada con una concentración tal, que resulta inservible para cualquier tipo de uso directo, para consumo humano, agrícola o inclusive industrial. La diferencia del 2.5 % lo constituye agua dulce, de la cual 69.6 % se encuentra de manera permanente en forma de hielo o nieve en los polos o cumbres montañosas; 30.1 % se halla depositada en acuíferos y tan sólo 0.3 % se localiza en lagos y ríos y, por tanto, es más accesible desde el punto de vista técnico y económico.

Lo más relevante en torno al ciclo del agua en la Tierra es que cada año se evaporan 330 millones de hm3 de agua en los océanos; anualmente, se evaporan 63 millones de hm3 de agua en los terrenos del planeta; cada año caen a la Tierra, en forma de precipitación, 100 millones de hm3 de agua, y la precipitación medida anual en el globo es de 660 mm/m2.

Todas las fuentes de energía de la Tierra tienen su origen en el Sol. En la actualidad existe un consenso respecto a la necesidad de remplazar, a mediano y largo plazo, el suministro de energías fósiles que se originaron hace millones de años y que a la humanidad le ha tomado sólo unos cuantos siglos agotar, por otras fuentes de energía renovables.

Las tendencias observadas desde 1972 respecto al crecimiento de la población mundial, la industrialización, la contaminación, la producción de alimentos y el agotamiento de los recursos naturales indicaron que se presentaría un colapso dentro de los siguientes 100 años. De acuerdo con el estudio, el sistema global rebasaría los límites físicos y se produciría un colapso en los niveles absolutos de población y producción industrial. En la mayor parte de los escenarios del modelo, el colapso se presentaría por el agotamiento de los recursos naturales.

Un caso claro de loa anterior es el petróleo; al inicio de su explotación comercial, éste se encontraba cerca de la superficie terrestre. Se trataba de un crudo que se extraía bajo la presión natural, ligero, de poco contendido de azufre y, por tanto, fácil de refinar y convertir en gasolina. Después se explotaron los hidrocarburos que estaban en la plataforma continental, con menos presión y mayor cantidad de azufre. Hoy se explota en muchos países en las zonas marítimas, cada vez a mayor profundidad y con mayor tirante de agua. Actualmente, el nivel de extracción es de alrededor de 85 millones de barriles diarios y se rebasó el punto de máxima producción a nivel global.

En materia de agricultura también se percibe claramente el agotamiento, ya que si bien en los últimos 40 años la producción de alimentos ha seguido aumentando, las tasas de crecimiento de la producción agrícola mundial son cada vez más reducidas y la producción per cápita ha tendido a disminuir. Además, entre 1961 y 2004 la superficie cultivada per cápita pasó de 1.4 a 0.8 m. Otro caso claro y preocupante es el de las pesquerías oceánicas en el mundo, que también están en crisis. El nivel total de captura alcanzó su nivel histórico mas elevado con 82 millones de toneladas en 1987, pero a partir de los últimos años ha declinado a 71 millones de toneladas.

En la actualidad, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) estima que 12 de las 16 regiones pesqueras en las que se dividen los mares del mundo estás explotadas en o por arriba del nivel de máximo rendimiento sostenible, esto es, más allá de su capacidad para restaurar la captura anual con nuevos cohortes que mantengan la pesquería. Cada año aumenta la profundidad de captura de las especies pelágicas, ya que pasó de un promedio de 170 m en la década de los cincuentas a 275 m de profundidad en el año 2001. A estas profundidades, el esfuerzo pesquero se concentra en las especies inferiores de las cadenas tróficas. La presión sobre los demás componentes de esas cadenas es mayor.

Asimismo, se da un proceso de destrucción de formas de vida comparable a las cuatro extinciones masivas anteriores. La principal diferencia es que esta extinción tendrá orígenes antropogénicos; el ser humano no sólo es testigo, sino también el causante de este cambio de la diversidad biológica. Se calcula que existen 10 millones de especies en el planeta, pero cada año desaparecen miles, desde microorganismos hasta grandes mamíferos. La velocidad e intensidad de la destrucción hacen temer incluso por el destino que podría seguir la evolución en los siglos venideros. Una de las causas es la destrucción del hábitat, principalmente de ecosistemas como el bosque tropical húmedo o los humedales, a medida que se expande la frontera agrícola y ganadera. Sin embargo, el cambio climático podría convertirse en los siguientes años en la causa primaria de la extinción masiva que s está presentando.

Las emisiones globales de carbono se han cuadriplicado desde 1950. El resultado es que entre 1750 y 2003 la concentración atmosférica de CO2 pasó de 280 a 376 ppmv; en 20078 llegó a 383 ppmv, en cuanto al CH4, en 1780 era de 700 ppbv y ahora es de 17850 ppbv. De acuerdo con el Panel Internacional del Cambio Climático, ese aumento de 32 % no tiene precedentes en los últimos 20 mil años. El riesgo de cambio climático debido al efecto invernadero es un caso que requiere atención especial. La Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático dirige sus esfuerzos a estabilizar las concentraciones de gases invernadero, ya que las cantidades de CO2 y CH4 han aumentado de manera importante en los últimos tres siglos.

En los últimos 100 años se ha deteriorado casi todos los ecosistemas en el mundo, desde los bosques y las tundras hasta los humedales y sistemas costeros. En los últimos 50 años el ser humano alteró los ecosistemas del planeta más rápido e intensivamente que en cualquier otro periodo comparable. De los 24 ecosistemas estudiados por el Millenium Ecosystem Assessment, 15 han sido deteriorados o sobreexplotados más allá de su capacidad de recuperación.